Dos agentes entre las sombras


Esta tarde vi por primera vez T-Men (1947), de Anthony Mann, que en Argentina se estrenó como Mala moneda. La película es famosa, entre otras cosas, por el extraordinario trabajo -por momentos casi experimental- del gran director de fotografía John Alton, como se puede apreciar en el video que abre este post. Pero también es un notable ejemplo de por qué en el cine negro -como planteó Paul Schrader en su célebre ensayo- importan más el estilo y los detalles que la historia, a punto de que con frecuencia la contradicen. Acá la historia es la de dos agente del Tesoro de Estados Unidos que se infiltran con el objetivo de desbaratar una banda de estafadores. Hay una voz en off casi institucional que recorre todo el relato y destaca el profesionalismo y la entrega de los agentes para combatir el delito. Y al final, claro, ganan los buenos, porque el que las hace las paga. Pero en el medio vemos cómo uno de los agentes finge no reconocer a su esposa para evitar que lo descubran, y cómo, poco más tarde, su compañero casi no se inmuta cuando lo asesinan a sangre fría. Lo que demuestra que Mann estaba más interesado en la deshumanización absoluta de los agentes que deben trabajar encubiertos que en su supuesto heroísmo. ■

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