Una semana de películas interminables

James Dean en 'Gigante'

Siempre me gustaron las películas largas, de tres horas o más, que te trasladan no sólo a una época sino a un mundo. Acaso el gran maestro de las historias eternas -al menos en un sentido narrativo más bien clásico- haya sido David Lean, un tipo que tenía muy claro cómo contar esas épicas interminables, cómo ir de lo íntimo a lo multitudinario, cómo mantener el interés del espectador durante casi cuatro horas sin manipulaciones groseras o golpes de efecto gratuitos.

Entonces decidí armarme en casa una semana de películas interminables, lo que también era una posibilidad de acercarme a algunos clásicos que no había visto. Empecé el lunes tímidamente, con una que no es un clásico ni tampoco tan larga: los 191 minutos de Wyatt Earp (1994). Y fue una decepción: me gustan mucho algunas cosas de Lawrence Kasdan (Cuerpos ardientes, Silverado), pero ésta es una versión menor de un western de John Ford. Se podría decir, exagerando un poco, que cualquier western es una versión menor de uno de Ford, pero acá la frase es más literal que nunca, porque Kasdan transforma el célebre "impriman la leyenda" en un poco interesante "sucedió así".

El plan continuó el martes con los 212 minutos de Ben-Hur (1959), que tengo en una excelente edición de cuatro DVD que hace unos años me regaló un amigo. Prácticamente lo único que justifica soportar este masacote religioso es la escena de la carrera de cuádrigas, una de las mejoras cosas jamás filmadas, que aún hoy, más de 55 años después, sigue siendo un modelo de narración del que deberían aprender unos cuantos directores de cine de acción. El resto es más bien aburrido, aunque en la primera parte es interesante la relación casi romántica entre el protagonista y su amigo Messala, aparentemente un aporte de Gore Vidal al guión. Después de verla empecé a dudar acerca de seguir con algún otro film de largo aliento: las casi cuatro horas de Charlton Heston en pantalla casi me sacan las ganas.

Pero por suerte no abandoné. El miércoles todo mejoró con los 201 minutos de Gigante (1956), de George Stevens. Es la épica del sueño americano a partir de la historia de un acaudalado ranchero de Texas que se casa con una chica de Virginia, la otra punta -geográfica y políticamente- del país. Stevens se toma más de tres horas para contar 25 años de historia, y ofrece al menos una docena de escenas que ilustran brillantemente los cambios económicos y sociales en esta zona materialmente rica y moralmente pobre. Y además está el enorme placer de verlo a James Dean, sobre todo en la primera mitad de la película (en la segunda su personaje es viejo, y su actuación se vuelve un poco pasada de rosca y por lo tanto más convencional). François Truffaut escribió alguna vez que Dean actuaba con desparpajo, como si no le interesara dejar el claro que entendía qué le está pasando por la cabeza a su personaje, y la escena en que le invita un té al personaje de Elizabeth Taylor en su ranchito es notable en ese sentido. Gran película.

Mi semana de películas interminables terminó el jueves con los 233 minutos de Lo que el viento se llevó (1939), de Victor Fleming/David O. Selznick, que nunca había visto completa. No hay mucho que se pueda decir de un film tan famoso y tan analizado, más que confirmar lo que uno fue leyendo en distintos lugares a lo largo de los años: efectivamente, es una película racista, al margen de algún pequeño matiz. Pero de todos modos, y aunque el paso del tiempo se le nota más que a otras producciones hollywoodenses de la época, las cuatro horas y pico transcurren placenteramente, y hay algunas imágenes de gran belleza (sobre todo en la primera mitad, más interesante que la segunda, cuando todo deriva hacia un dramón de proporciones monumentales). Y además no deja de sorprender lo turros que llegan a ser la Scarlett O'Hara de Vivien Leigh y el Rhett Butler de Clark Gable, en contraste con la suma ingenuidad de la Melanie Hamilton de Olivia de Havilland. Clásico absoluto, es interesante ver que incluso en el momento de su estreno algunos críticos advirtieron que se trataba de un acontecimiento muy relevante para la industria pero de un logro menor artísticamente. ■

Tres buenas películas para redescubrir en Odeon

Carlos Cores en 'Los tallos amargos'

El Gobierno nacional lanzó este miércoles Odeon, una plataforma online de cine y contenidos nacionales similar a Netflix. El servicio cuenta con alrededor de 700 horas de material para ver en streaming, y hay un poco de todo: cine clásico y actual, series, programas infantiles y deportivos. En el sitio Otros Cines se puede encontrar más información sobre la iniciativa, que parece muy buena aunque quizá aún esté algo verde.

Entre todo el material que ofrece Odeon elegí tres películas que nunca fueron editadas en DVD, por lo que la posibilidad de verlas en una calidad decente estaba restringida a su exhibición en un festival o ciclo o a pescarlas algún día en Incaa TV. Esta es una buena posibilidad de redescubrirlas.

Afiche de 'Gente bien'Gente bien (1939)
Dirección: Manuel Romero.
Elenco: Hugo del Carril, Tito Lusiardo, Delia Garcés, Enrique Roldán, Marcelo Ruggero.
Un representante un poco venido a menos de la “gente bien” del título abandona a la joven Elvira (Garcés), con quien tuvo un hijo, para casarse con una chica millonaria e intentar rehacer su desgastada alcurnia. Desamparada, Elvira encuentra cobijo en un grupo de artistas y trabajadores, gente buena, y se enamora de un cantante (Del Carril). Se trata de una genial comedia combativa de Romero, que hoy, más de 70 años después de su estreno, sorprende por lo beligerante de su planteo.

Afiche de 'Los tallos amargos'Los tallos amargos (1956)
Dirección: Fernando Ayala.
Elenco: Carlos Cores, Vassili Lambrinos, Gilda Lousek, Aída Luz, Julia Sandoval.
Un opaco periodista (Cores) se deja convencer por un inmigrante (Lambrinos) para participar de un improbable negocio. Primero se engancha con la idea, luego se siente traicionado y finalmente cae en el crimen, lo que ocurre en la mitad del film. El segundo largometraje de Ayala es un denso y extraño film noir, con un clima opresivo y una serie de notables resoluciones formales. Hay una extraordinaria escena onírica que debe estar entre las mejores de su tipo en todo el cine argentino.

Afiche de 'Las venganzas de Beto Sánchez'Las venganzas de Beto Sánchez (1973)
Dirección: Héctor Olivera.
Elenco: Pepe Soriano, Federico Luppi, Irma Roy, China Zorrilla, Héctor Alterio..
Luego de la muerte de su padre, Sánchez (Pepe Soriano, notable) sale a vengarse de quienes cree que le arruinaron la vida y siente culpables de todas sus represiones y frustraciones, lo que incluye a un cura, su maestra de primer grado, su superior en la colimba y su jefe, entre otros. Verdadero relato salvaje de Olivera, que tuvo mil y un problemas con la censura -recibió durísimas críticas de la Iglesia y el Ejército, entre otras instituciones conservadoras- y visto hoy sigue resultando explosivo. ■

El VHS, otro formato que vuelve

Edición en VHS de 'Diablo', de Nicanor Loreti
Su vida útil en el circuito comercial fue más bien efímera en términos históricos, lo que sin embargo le alcanzó para calar hondo en la memoria de muchos. En poco más de dos décadas –desde fines de los setenta hasta los primeros años del nuevo milenio– el VHS (Video Home System) introdujo por primera vez de manera masiva el cine en los hogares y luego se desvaneció de a poco, desplazado por otros formatos con mayor calidad de imagen y sonido. Pero nunca llegó a desaparecer del todo. Y ahora está volviendo, en un fenómeno que conjuga nostalgia con cinefília y se hace notar en Argentina.

A diferencia del vinilo, que tiene argumentos para pelear por la supremacía en cuanto a calidad de audio, el VHS fue ampliamente superado por el DVD y el Blu-ray. Pero todo vuelve. En Facebook hay decenas de grupos que reúnen a coleccionistas de todo el mundo sedientos por exhibir imágenes de sus repisas repletas de coloridas rarezas de otra época, rectángulos plásticos de 19 centímetros de largo por 10 de ancho y unos 200 gramos de peso que atesoran una cinta magnética enrollada en su interior.

"La vuelta del VHS como objeto coleccionable, incluso después de que dejó de producirse de forma masiva, se debe sobre todo al factor nostálgico", opina Cristian Sema, coleccionista e investigador del fenómeno del video. "Pero además muchas películas nunca se editaron en DVD o no se consiguen con subtítulos o doblaje en español en la web", agrega. Su página de Internet (www.rarovhs.com), un sitio de referencia para coleccionistas locales, es un viaje sin escalas al pasado, donde conviven héroes de acción olvidados con las más extrañas películas de terror o productos de explotación de muy diversa procedencia.

No sólo la nostalgia alimenta el resurgimiento: el videocasete también mira hacia el futuro. La editora de video SRN, especializada en cine de género nacional, lanzó en septiembre de 2013 una edición limitada de 52 VHS de la película Diablo (2011), dirigida por Nicanor Loreti y protagonizada por Juan Palomino. "Cada caja fue cortada, plegada, armada, pegada y numerada a mano, al igual que las etiquetas autoadhesivas del casete. Además trae un booklet con información y una postal", cuentan Alejo Rébora y Daniela Giménez, de SRN. "Es en gran medida un homenaje al cine de los 70, y como Loreti es un entusiasta de la estética de la época, la propuesta de editar en VHS lo convenció de inmediato. Además, habiéndose convertido tan rápidamente en una película de culto, ¿qué mejor que editarla en un formato de culto?".

La de Diablo fue –según la publicación especializada Lunchmeat– la primera edición profesional en VHS realizada fuera de Estados Unidos desde que el soporte salió del mercado, y aún quedan un par de casetes, que se consiguen a 90 pesos. ■

> Este texto fue publicada en el diario Clarín el 15 de noviembre de 2014. Acompañó una nota más extensa sobre el resurgimiento del vinilo.

Lanzaron el segundo concurso de estudios sobre cine de la Enerc

El rector de la Enerc, Pablo Rovito, y el responsible de la Biblioteca, Adrián Muoyo, durante la presentación en Mar del Plata

En los últimos años se están publicando más libros sobre cine en Argentina, y hay para todos los gustos. Desde los lanzamientos de pequeñas editoriales como Fan Ediciones o Cuarto Menguante hasta las publicaciones de editoriales establecidas y con trayectoria como Paidós, que está renovando su colección. Hay también, entre muchas otras cosas, traducciones hechas acá de textos extranjeros, como los libros de Werner Herzog que lanzó Entropía o los de John Waters de Caja Negra.

A toda esta movida se sumó este año la Biblioteca de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (Enerc), que depende del Incaa. En abril lanzó el Primer Concurso Nacional y Federal de Estudios sobre Cine Argentino, una iniciativa de frecuencia anual que intenta alentar la realización de ensayos o investigaciones vinculadas a la historia, la teoría y la estética del cine nacional. El martes pasado, durante el Festival de Cine de Mar del Plata, se anunciaron los dos trabajos ganadores: Modos de salir del hogar paterno. Representaciones familiares y derivas juveniles en el Nuevo Cine Argentino, de Eduardo Cartoccio; y Noches de sano esparcimiento. Estado, católicos y empresarios en la censura al cine en Argentina (1955-1973), de Fernando Matías Ramírez Llorens. Ambos textos serán publicados y distribuídos en bibliotecas de todo el país y también se podrán comprar en librerías, porque el espíritu del concurso es que las publicaciones sean accesibles para todos, y no sólo en el ámbito académico.

En el acto también se presentó la segunda edición del concurso, cuya recepción de trabajos comienza hoy y se extiende hasta el 30 de abril de 2016. Las bases y condiciones pueden consultarse en la página de la Enerc o en Infoleg. Además de la publicación de su trabajo, los ganadores recibirán un premio de 40 mil pesos.

Este doble anuncio -ganadores de la primera edición, lanzamiento de la segunda- es relevante por dos cuestiones. Por un lado, porque la frecuencia anual del concurso garantiza un canal para que las investigaciones sobre cine argentino puedan fluir. Por otro, porque la entrega de un premio en dinero permite que los premiados cobren por su trabajo.

Hubo una tercera noticia en el acto realizado en Mar del Plata, que también es de gran importancia para la investigación sobre cine en Argentina. Adrián Muoyo, coordinador de la Biblioteca de la Enerc, anunció el lanzamiento del primer Catálogo Colectivo de Bibliotecas de Cine del mundo. Se trata de una iniciativa de la red BiblioCi, que reúne a 16 bibliotecas cinematográficas de ocho países de Iberoamérica. Se trata de una herramienta fundamental para cualquier investigación sobre cine, porque permite acceder al catálogo (libros, revistas, catálogos, guiones y un largo etcétera) de cualquiera de las bibliotecas de la red y ponerse en contacto con sus responsables. Se puede acceder desde www.biblioci.org. ■