Death Proof: Tarantino recargado

Kurt Russell en una escena de Death Proof
En la segunda parte de Kill Bill (2004) hay un flashback que muestra el entrenamiento de Beatrix Kiddo (Uma Thurman) bajo las órdenes el monje Pai Mei (Chia Hui Liu, estrella del cine de artes marciales de Hong Kong). Todo el fragmento es una copia fiel, hasta en sus vicios, de las películas que Alfredo Casero presentaba hasta no hace mucho en Karate Forever, por I-Sat.

Afiche de Death Proof
DEATH PROOF (2007)
Fecha de estreno: en Estados Unidos, 6 de abril. País: Estados Unidos. Duración: 114 minutos. Dirección: Quentin Tarantino. Producción: Quentin Tarantino, Elizabeth Avellan, Robert Rodriguez, Erica Steinberg. Guión: Quentin Tarantino. Fotografía: Quentin Tarantino. Montaje: Sally Menke. Elenco: Kurt Russell (Stuntman Mike), Rosario Dawson (Abernathy), Vanessa Ferlito (Mariposa), Jordan Ladd (Shanna), Rose McGowan (Pam), Sydney Tamiia Poitier (Jungle Julia), Tracie Thoms (Kim), Mary Elizabeth Winstead (Lee), Zoe Bell (Zoe), Michael Parks (Texas Ranger Earl McGraw), James Parks (Edgar McGraw).

Aquello que en Kill Bill era un recurso casi aislado en Death Proof es llevado al paroxismo. En realidad todo el proyecto Grindhouse (que incluye otra película, Planeta Terror, de Robert Rodríguez, y cuatro trailers falsos que serán atendidos en próximos post) es así: una homenaje a las películas clase B (y serie Z) de los sesenta, setenta y ochenta, una vindicación de géneros eterna e injustamente considerados menores.

Tarantino bucea en lo más profundo de los subgéneros para atrapar climas, imágenes, situaciones y todo tipo de detalles. Se sirve de películas que no sólo no hemos visto, sino que probablemente ni sepamos que existen. Se nombran en pantalla films de culto más o menos conocidos como Vanishing Point (1971), Dirty Mary Crazy Larry (1974), Gone in 60 Seconds (1974), Big Wednesday (1978). Pero debe haber muchas referencias más que pasan inadvertidas para la mayoría de los espectadores.

En Death Proof Tarantino también se apoya a su propia obra: aparece otra vez el sheriff Earl McGraw (Michael Park, habitué de varias series televisivas de los setenta), y la escena de la charla de las chicas en el café, con una cámara que se mueve constantemente alrededor de la mesa, recuerda mucho a Perros de la calle (Reservoir Dogs, 1992). Incluso en el ringtone de un celular se escucha el inquietante silbido de Daryl Hannah que, por supuesto, no es originario de Kill Bill sino de una anterior película.

El film se divide claramente en dos partes, bastante desparejas. En ambas un grupo de chicas se cruzan en el camino de Mike (Kurt Russell, en un papel que le calza justo), un psicópata que utiliza su auto, que no es cualquier auto, como arma homicida.

La primera mitad, la más floja, contiene esos largos diálogos a lo Tarantino pero esta vez poco relevantes y atractivos. La charla entre John Travolta y Samuel Jackson sobre McDonalds en Pulp Fiction (1992) no tenía nada que ver con lo que estaban por hacer, pero era genial. Aquí, en cambio, el diálogo de las chicas mientras viajan en auto es de lo más anodino.

La estética, aunque algo forzada, es setentosa hasta en sus defectos. Pero además de copiar aquella manera filmar se recrea la experiencia de ver hoy una de esas películas: fallas de montaje, celuloide dañado, sonido rasposo. Todo, entonces, parece anacrónico. Recién a los quince minutos alguien saca un celular y nos advierte que estamos en el presente. La resolución es notable, sí, desde la idea y la ejecución, pero no alcanza para remontar los 50 y pico de minutos que la preceden.

Escena de Death Proof
La segunda parte levanta y mucho. Aquí los diálogos no sólo entretienen; también aportan al conjunto. La persecución final es notable, tal vez como sólo Tarantino podría haberla filmado. Casi no hay música; o, en realidad, la música la aportan los motores de los autos, dos clásicos muscle car americanos. Una especie de enfrentamiento entre el bien y el mal personificados en dos Dodge, uno blanco y otro negro.

Death Proof no es una gran película. Pero mientras Planeta Terror naufraga entre la sátira y el homenaje, Tarantino intenta, con grandes aciertos y algunos errores, una vuelta de tuerca. Luego del rotundo impacto de Perros de la calle y, sobre todo, Pulp Fiction, habrá que ver hacia dónde apunta ahora la carrera del director, si continúa hurgando en subgéneros bizarros o dispara hacia otro lado. Lo que se viene es Inglorious Bastards, un proyecto tan anunciado como postergado que parece, ahora sí, comenzar a tomar forma. La escasa información disponible parece indicar lo primero. ■

5 comentarios:

  1. A mí me encantó. Pero lo que sí debo decir es que los tiempos de la primera parte de la peli son muy diferentes a los de la segunda. Eso también influye, por ahí. Por ahí (en la primera mitad)le faltó un poco más en los diálogos, como decís. Pero bueno...le perdono todo!

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  2. Andrés, un detalle. Cuando en KB escuché la melodía silbada de Twisted Nerve me pareció que era de una película de Hitchcock, y en realidad había sido compuesta por Bernard Herrmann, el compositor favorito del gran Alfred.

    Un abrazo.

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  3. Paula: Y sí, en general tendemos a ser indulgentes con Tarantino. Pero a pesar de lo que marco en el post a mí también me gustó la película.

    Jorge: No sabía que era de Herrmann. Buen dato. Otro más sobre música que aportas en alguno de mis blogs.

    Saludos

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  4. Esta la tengo que ver, hasta ahora todo lo que hizo tarantino me encantó, incluyendo from dusk till dawn con sus dos subpelículas (sí, hasta me divertí con los vampiros). Pasa que ahora estoy en medio de Lost y todo el tiempo "audiovisual-recreativo" lo estoy utilizando en esa serie.

    Saludos!

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  5. Diego: A mí From dusk till dawn me pareció divertida, pero nada más. En este blog no fomentamos la piratería, pero si querés ver Death Proof podés empezar buscando por acá.

    Un abrazo

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