¿El hermano menor de quién?

Denzel Washington en una escena de Déjà Vu
¿Cuándo dejaremos de denominar peyorativamente a Tony Scott como el hermano menor de Ridley? Es cierto que tiene unos cuantos bodriazos en su carrera y que varias de sus películas son ideológicamente muy jodidas. Pero la mayoría son de esas que cada vez que las pescamos en el cable las volvemos a mirar, aunque más no sea alguna escena. ¿O acaso no vieron miles de veces a Tom Cruise sentado en su moto con la puesta del Sol de fondo mientras suena Take my breath away? ¿O al mismo Cruise mientras explica qué es la succión en una de las piernas perfectas de Nicole Kidman? Ridley, en cambio, no debería poner mucho más que Blade Runner (1982) en su curriculum.

Afiche de Déjà Vu
DEJA VU (2006)
Fecha de estreno: en Estados Unidos, 22 de noviembre; en Argentina, 4 de enero de 2007. País: Estados Unidos. Duración: 128 minutos. Dirección: Tony Scott. Producción: Jerry Bruckheimer. Guión: Bill Marsilii y Terry Rossio. Fotografía: Paul Cameron. Montaje: Chris Lebenzon. Música: Harry Gregson-Williams. Elenco: Denzel Washington (Doug Carlin), Paula Patton (Claire Kuchever), Val Kilmer (Paul Pryzwarra), Jim Caviezel (Carroll Oerstadt), Adam Goldberg (Alexander Denny).

El menor de los Scott tiene la capacidad -no del todo habitual en estos días- de hacer films entretenidos. Es raro que alguien la pase mal en el cine. Esto es lo que ocurre con Déjà Vu (2006), su última película. Y Tony es, además, un director muy ganchero: más que modernas, sus películas son de época. Por eso, aunque suelen envejecer muy pronto, no dejan de tener cierto atractivo. Es lo que ocurrió con las mencionadas Top Gun (1986) y Días de trueno (Days of Thunder, 1990).

A diferencia de Hombre en llamas (Man on Fire, 2004), Déjà Vu no es una película fascista. Lo que la hace más disfrutable. Sólo hay que aguantar el golpe inicial, cuando una cuestión tecnológica amenaza con sacar la trama de registro, volverla inverosímil. Vamos a ver una de acción y de pronto nos encontramos con una de ciencia ficción. Pero pasado el sobresalto, una vez que nos acomodamos, viene lo mejor: un manejo del tiempo y el espacio con cierta reminiscencia a la primera Terminator (James Cameron, 1984). Y una escena, la de la persecución (mitad en el pasado, mitad en el presente), de notable factura. Se trata de una buena película, nada más ni nada menos.

En el número de febrero pasado de la revista El Amante, Federico Karstulovich comparó las películas de Tony Scott con milanesas a la napolitana con papas fritas a la provenzal. Para seguir con las figuras gastronómicas, yo diría que más bien son como un combo de Burger King: sabemos que hacen mal y ponemos un montón de reparos ideológicos al respecto, pero nos gustan y cada tanto regresamos. ■

3 comentarios:

  1. Otro punto a favor de Tony: no trata de hacer películas "históricas" como Gladiador o Cruzada que manipulan los hechos con más torpeza que el gobierno los índices del INDEC.
    Saludos

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  2. Tiene un sentido del ritmo y el montaje cinematográfico que es increíble, y el talento para filmar que directores como Michael Bay le deben envidiar todo el tiempo.
    Para mí es cuarto de libra con queso y un sundae de chocolate de regalo.
    Ah, y creo que Ridley vale más por Alien que por Blade Runner, toda la vida.
    Hasta pronto.

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  3. También lo deben envidiar tipos como Roland Emmerich y tantos otros obreros poco talentosos del mainstream.

    Alien es buena, pero me quedo con Blade Runner. Aunque Ridley hizo algunas otras películas interesantes (Los duelistas, Lluvia negra, Thelma y Louise), y la empezó a pifiar sistemáticamente con las históricas.

    Saludos

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