De héroes improbables y bellezas desperdiciadas

Leonardo DiCaprio y Jennifer Connelly en Diamantes de sangre
Es difícil enojarse con una película cuando Jennifer Connelly aparece sonriendo en la pantalla. Pero es por films como Diamantes de sangre (Blood Diamond, 2006) que la actriz, bella y talentosa, nunca tuvo la carrera que se merecía.

Afiche de Diamantes de sangre
DIAMANTES DE SANGRE (2006)
Fecha de estreno: en Estados Unidos, 8 de diciembre; en Argentina, 8 de febrero de 2007. País: Estados Unidos. Duración: 143 minutos. Dirección: Edward Zwick. Producción: Gillian Gorfil, Marshall Herskovitz, Graham King, Paula Weinstein, Edward Zwick. Guión: Charles Leavitt y C. Gaby Mitchell. Fotografía: Eduardo Serra. Montaje: Steven Rosenblum. Música: James Newton Howard. Elenco: Leonardo DiCaprio (Danny Archer), Djimon Hounsou (Solomon Vandy), Jennifer Connelly (Maddy Bowen), Kagiso Kuypers (Dia Vandy), Arnold Vosloo (Colonel Coetzee), Antony Coleman (Cordell Brown), Benu Mabhena (Jassie Vandy).

Interpreta a Maddy Bowen, una corresponsal de guerra estadounidense que investiga el negocio de los diamantes en Sierra Leona a fines de los noventa, en plena guerra civil. El director Edward Zwick y el guionista Charles Leavitt desperdician su talento al ubicarla como la voz aleccionadora de la película, la que nos informa literalmente sobre lo mal que están las cosas en el mundo. Algunos de sus diálogos parecen ridículos. "¿No te importa cuánta gente muere por tu negocio?", le pregunta de entrada al entonces amoral Danny Archer (Leonardo DiCaprio), un zimbabwense que deambula por los países de la región siempre con algún diamante ilegal en el bolsillo.

La película gana cuando prevalece la aventura, en una especie de revisión truculenta y furiosa de Las minas del rey Salomón (King Solomon's Mines, J. Lee Thompson, 1985). Y pierde -demasiado- cuando se pone a bajar línea. Que por los diamantes hay enfrentamientos armados en los que mueren miles de personas y millones se ven obligadas a refugiarse es una verdad tan obvia como que Jennifer es la mujer más hermosa de la historia de Hollywood [1]. La solución que plantea Zwick es de preescolar: si las novias del primer mundo dejaran de comprar piedras preciosas muere el negocio y se acaban las guerras.

DiCaprio demuestra una vez más que es un gran actor, aunque la nominación al Oscar que consiguió por este film le hubiese calzado mejor por Los infiltrados (The Departed, Martin Scorsese, 2006), uno de los mejores trabajos de su carrera. Pero aquí, como Ben Kingsley en la solemne La casa de arena y niebla (House of Sand and Fog, Vadim Perelman, 2003), imposta al máximo su acento, algo siempre (sobre)valorado por la Academia de Hollywood. En tanto, el beninés Djimon Hounsou (Salomon Vandy, un pescador que encuentra el diamante que desata la trama), que fue candidato como mejor actor de reparto, se ve obligado a interpretar con aciertos y errores un guión que no lo ayuda.

Como Tom Cruise en la exasperantemente obvia El último samurai (The Last Samurai, 2003), del mismo director, el personaje de DiCaprio se redime, recupera su escrúpulo casi como por arte de magia. Y Zwick vuelve a mostrar sobre el final -con una improbable e inverosímil llamada telefónica- su tendencia hacia lo grandilocuente: el ex mercenario muere como un héroe.

Al filme, que aprovechó cierta polémica generada en su estreno con la industria del diamante, por momentos le sobra violencia y en otros las situaciones tensas se resuelven de manera naíf. Pero, sobre todo, se centra demasiado en la figura del héroe, del hombre que en solitario hace la diferencia. A medio camino entre el cine de aventuras y el político, nunca logra despegarse de una mirada simplista sobre un problema complejo. ■

[1] Hubiese sido mejor algo del tipo "una verdad tan obvia como que Hollywood no puede aportar una mirada nueva sobre Africa". Pero, lo siento, ustedes sabrán comprender.

3 comentarios:

  1. Coincido en la opinión, una película que a pesar de ser entretenida, cosa nada desdeñable, da pie a situaciones muy previsibles y repletas de la típica moralina hollywoodiense, una pena, porque habiéndose enfocado de otra forma, podría dar pie a una obra contestataria al máximo. Y también creo que Jennifer Connelly es un angel, desde los tiempos de aquella película de Jim Henson en la cual se veia atrapada en tan singular laberinto.
    Saludos!

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  2. El problema es ése, Iván: se enfoca mal. Si fuese una de aventuras pura y dura no estaría mal. O, para el otro lado, una película contestataria. Pero se queda a mitad de camino.

    Sin dudas Jennifer es un ángel. Además es buena actriz (se luce, por ejemplo, en Agua turbia) y participó de varias buenas películas.

    Saludos

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  3. No pude animarme a ir a verla cuando sospeché de esta bajada de línea que ahora confirmo con tu post (las nominaciones al oscar y la nueva sensibilidad de Hollywood por Africa también ayudaron). Después de leer todo esto, supongo que pasará a formar parte de la infinita categoría de películas que jamás veré en toda mi vida. Eso sí, la copia en dvd del tesoro de Jim Henson la tengo bajo llave, junto con la eterna juventud de Jenifer Conelly.
    Saludos

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