Mar del Plata 2010: segunda entrega

Asociaciones ilícitas.

Takeshi Kitano y Tetta Sugimoto en 'Outrage'
Outrage debe ser la película más nihilista y menos lúdica de Takeshi Kitano. En su regreso al cine de género luego de una trilogía bastante autorreferencial sobre el arte y el espectáculo, el autor vuelve sobre la mafia japonesa con una mirada más desencantada que lo habitual. Los tiempos han cambiado mucho desde la extraordinaria Sonatine (1993) y la lealtad -acaso último refugio para la moral entre criminales- aparece perimida. Outrage (en inglés, atrocidad) es escencialmente eso: una historia nimia de traiciones y venganzas atroces entre miembros de un mismo clan. Es que en este capitalismo monopólico la delincuencia ya no parece ser, como decía Brecht, la única aventura posible en el mundo burgués.

El humor es más bien melancólico, por momentos casi patético, y la abundante dosis de violencia no es gratuita. La película -se insiste- se titula "Atrocidad", y no "Qué linda es mi familia". Pero además hay cierto distanciamiento que deja un espacio para la reflexión. "Filmo la violencia de tal manera que el público sienta verdadero dolor. Nunca filmé la violencia, ni nunca lo haré, como si se tratara de un videojuego", dijo el director en mayo pasado en Cannes, donde la película participó de la competencia oficial. Las imágenes no lo desmienten.

Según IMDb, Kitano está trabajando en una segunda parte, a estrenarse el año próximo, lo que podría desmentir el tono de despedida que parece advertirse en la película.

El economista Nouriel Roubini, uno de los testimonios de 'Inside Job'
Otra banda de delincuentes, esta vez de guante blanco, es la protagonista de Inside Job. Se trata de un documental de Charles Ferguson que se mete con el sacudón económico de 2008, la peor crisis financiera desde la Gran Depresión en Estados Unidos y gran parte del mundo. Lo hace desde lo que cree una certeza: la verdad no es una construcción colectiva sino una realidad que el director conoce y se dispone a revelar. Así, para Ferguson es incuestionable que el sistema financiero estadounidense funcionó de manera eficiente y honesta hasta principios de los ochenta, cuando amparado por Ronald Reagan un grupo de inescrupulosos yuppies, mujeriegos y un poco drogones, comenzó a desregular el sector hasta transformarlo en una peligrosa industria de la especulación. Una tesis que Oliver Stone primero y Bret Easton Ellis después plantearon de modo más atractivo hace ya dos décadas.

De gran producción, con espectaculares tomas aéreas de Nueva York e imágenes propias tomadas en al menos tres continentes, la película (que el viernes pasado fue preseleccionada para competir por el Oscar a mejor documental) no pretende innovar en las formas y echa mano a la convencional estructura de entrevistas frente a cámara y narración en off (la voz de Matt Damon) como guía del relato.

De todos modos tiene su interés. Por un lado, por la enorme cantidad de testimonios, que van desde el director del FMI, Dominique Strauss-Kahn, hasta el economista Nouriel Roubini, uno de los primeros en predecir la crisis, pasando por parte importante de los autores materiales de la estafa, muchos de los cuales son puestos en apuros por el director. Por otro, porque explica de manera bastante didáctica el funcionamiento de algunos productos financieros, como los créditos subprime, claves en la crisis. Pero lo más interesante es una mirada que no suele estar presente en este debate: la responsabilidad de las universidades, que en lugar de generar pensamiento crítico fomentan un respaldo teórico al modelo. ■

1 comentario:

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