Los títulos de las cintas

"Es poco común que la traducción española de los títulos se ajuste al texto inglés. Casi siempre el título español es más llamativo, más dramático, más anunciador, en fin. La causa la ignoramos; a no ser ella el convencimiento, en las casas del ramo, de que nuestro público necesita sal gruesa para que despierte su interés. Pero no siempre gana la traducción española en promesas melodramáticas. Véanse, si no, unos cuantos títulos de cintas estrenadas en el último mes y a estrenarse en estos días. Los primeros corresponden al texto en inglés, los segundos a su traducción literal, y al título con que se nos ofrecen, los terceros.

"Molly Entagled [Molly enredada] En artículo de muerte - The protector [El protector] La convicta 777 - Don't change your husband [No cambie a su marido] A los hombres - Pan [Pan] - Los ojos de la inocencia - Hands up [Manos arriba] El pacto de tres - The long arm of Mannister [El largo brazo de Mannister] El moderno Montecristo - Dakota Dan [Daniel Dakota] El convertido.

"Como se ve, predomina el elemento sentimental en los nuevos títulos. Los ojos de la inocencia, etc. No nos explicamos en cambio, ni aun desde el punto de vista cursi que nos atribuyen los traductores, el porqué de los tres últimos títulos españoles, siendo así que la versión literal del inglés es bastante más enérgica -y llamativa, por lo tanto-. Sería de desear un poco de discreción en todo esto, siquiera por el buen gusto".

Este breve artículo, que lleva por título el mismo que este post, fue publicado en el número 1.113 de la revista Caras y Caretas, el 31 de enero de 1920. Su autor fue Horacio Quiroga, el gran cuentista rioplatense, y aparece recopilado en el muy recomendable libro Cine y literatura (Losada, 2007).

El jueves pasado, más de 88 años después del escrito de Quiroga, se estrenó en Buenos Aires una película titulada Taken (Pierre Morel, 2008). Acá le pusieron Búsqueda implacable. ■

El malo de Metrópolis

Desde la izquierda: Fritz Lang, Brigitte Helm y Thea von Harbou, en una foto publicitaria de 1927
La revista Haciendo Cine le dedicó en su número de agosto una extensa cobertura al hallazgo en Buenos Aires de una copia de Metrópolis (1927), uno de los clásicos más grandes de la historia del cine. Así, la lata con un celuloide de 16 milímetros encontrada en el Museo del Cine Pablo C. Ducrós Hicken le agregó un capítulo insospechado a una historia que se creía definitivamente cerrada.

Afiche original alemán de 'Metrópolis'
METRÓPOLIS (1927)
Título original: Metropolis. Fecha de estreno: en Alemania, 10 de enero de 1927; en Argentina, 25 de noviembre. País: Alemania. Duración: 228 minutos (aproximado). Dirección: Fritz Lang. Producción: Erich Pommer. Guión: Thea von Harbou. Fotografía: Karl Freund, Günther Rittau y Walter Ruttmann. Música original: Gottfried Huppertz. Elenco: Alfred Abel (Joh Fredersen), Gustav Fröhlich (Freder), Rudolf Klein-Rogge (Rotwang), Fritz Rasp (el hombre delgado), Theodor Loos (Josaphat), Erwin Biswanger (11811), Heinrich George (Grot), Brigitte Helm (Maria).

Este hecho, en realidad, es la excusa que tomaron para averiguar sobre cómo se trabaja en la conservación y restauración del material fílmico en Argentina. Pero la revista, como casi todos los medios que reflejaron aquel hallazgo, no indaga en los motivos por los cuales a mediados de la década del cincuenta ya no quedaba ninguna copia completa de la película tal y como Fritz Lang y su esposa y guionista, Thea von Harbou, la había ideado. La cuestión es larga y compleja, y aún hoy persisten dudas sobre algunos hechos que no están debidamente documentados, como la salida de Alemania del realizador luego de la llega al poder de Adolf Hitler.

Obra varias veces mutilada y manoseada, erróneamente ubicada por años dentro del expresionismo, analizada y desmenuzada hasta el hartazgo, vinculada al inminente surgimiento del nazismo, con un guión por momentos pueril y un desenlace reaccionario -ese ingenuo abrazo reconciliador entre Capital y Trabajo-, por demás generosa en ideas y recursos visuales, los múltiples intentos por reconstruirla dan cuenta sólo en parte de su importancia en la historia del cine. Se trata de una obra monumental a la que gran parte del cine de ciencia ficción (de Star Wars a Blade Runner, pasando por Brasil y unas cuantas más) le debe muchísimo.

Este breve artículo es apenas una aproximación a esa historia, la que transcurrió antes, durante y después de la realización del film. Pero antes de ingresar conviene, por razones que se verán más adelante, empaparse con una idea del argumento original. Aunque más no sea en base a la desprolija e incompleta sinópsis que ofrece Wikipedia.


La construcción

El guión de Metrópolis surgió en junio de 1924, durante unas vacaciones que Lang compartió con Von Harbou en Salzkammergut, Austria. Al mes siguiente la UFA (Universal Film A.G.) anunció el proyecto, que comenzaría a filmarse en el otoño europeo. Pero antes Lang viajó a Estados Unidos.

Imágenes del making off de 'Metrópolis'Llegó a Nueva York junto al productor Erich Pommer, un hombre clave de la etapa muda del cine alemán que en esos años estaba al frente de la UFA. A bordo del vapor Deutschland también estaba el arquitecto Erich Mendelsohn, uno de los máximos exponentes del expresionismo. "Dejando de lado el monóculo y otros detalles frívolos vieneses por el estilo, es un hombre reflexivo, activo y seguro de sí mismo", escribió sobre Lang.

Suele decirse que la Manhattan nocturna, con sus enormes rascacielos iluminados, sirvió de inspiración para Lang. Más allá de la leyenda, las principales ideas de la película ya estaban decididas. Tanto es así que mientras el director y el productor recorrían Estados Unidos (antes de regresar a Alemania pasaron por Hollywood, donde visitaron varios estudios y compraron equipos) Von Harbou pulió el guión y escribió, con la misma historia, una novela que se publicó desde el 26 de agosto de 1924 en una revista por entregas y que luego se editó como libro.

El rodaje comenzó el 22 de mayo de 1925 y se extendió hasta octubre de 1926. Fue una producción colosal, que involucró a centenares de técnicos y a algunos de los hombres más talentosos de la época, como Erich Kettelhut y Otto Hunte, que se encargaron del diseño de los sets. También participó el fotógrafo Eugen Schüfftan, creador de lo que hoy se conoce como "procedimiento Schüfftan", un efecto especial tan simple como genial que permite combinar en la pantalla, a través de un vidrio con zonas espejadas, porciones tomadas a escala real con otras en miniatura.

Decenas de maquetas, pinturas y decorados y más de 15 mil extras formaron parte de esta superproducción, que al final demandó seis millones de marcos -el equivalente a unos 200 millones de dólares de hoy- cuando el presupuesto previsto originalmente era de 1,5 millón.

La premiere de Metrópolis, con una una pompa acorde a tamaña producción, fue el 10 de enero de 1927 en el Palacio de la UFA, en Berlín. La música, compuesta por Gottfried Huppertz, fue interpretada en vivo por la Orquesta Sinfónica de la UFA, conducida por Otto Härzer. Luego de aquella primera proyección el film pasó a una sala de 600 butacas, donde la vieron unas 15 mil personas hasta que la distribuidora Parufamet (una asociación entre la UFA y la estadounidense Paramount) suspendió su exhibición.


La destrucción

La versión original de Metrópolis, tal como se estrenó en Berlín, tenía 4.189 metros de película. La utilización del metro para medir su duración no es arbitraria: en aquel momento las películas se filmaban a 16 fotogramas por segundo (fps), por lo que si se pasan en un proyector de cine sonoro (24 fps) están condenadas a verse aceleradas y, por lo tanto, a tener una extensión menor. Reproducida a 16 fps, la película tenía una duración aproximada de 228 minutos.

Intertítulos de la versión adaptada por Channing PollockCasi todas las historias tienen un malvado, personaje inescrupuloso que, en su intento por alcanzar algún despreciable objetivo, desata el conflicto. Aunque algunos de esos calificativos sean excesivos, en esta historia, la que desarrolla detrás la película y que hace unas semanas trasladó su acción a Buenos Aires, el malo se llamó Channing Pollock.

Escritor y dramaturgo -que, a no confundir, nada tiene que ver con el homónimo mago y actor- fue contratado por la Paramount para realizar la adaptación y traducción de los intertítulos del film para Estados Unidos. La empresa creía que la duración del film era excesiva para el público estadounidense, acostumbrado a funciones de unos 90 minutos. Y puso además algunos reparos sobre la trama, a la que consideraba demasiado controvertida.

En su autobiografía, titulada Harvest of my years y publicada en 1943 (se puede descargar completa, en inglés, desde Internet Archive), Pollock le dedicó algunos párrafos al asunto. Escribió, irónico, sobre Metrópolis: "La historia es la de un inventor que, sintiéndose mal por su viudez, se construyó a sí mismo una segunda esposa hecha de acero. En la cama, durante las noches de invierno, debió haber sido una compañía algo incómoda".

Entonces decidió darle un sentido totalmente distinto al que habían ideado Lang y Von Harbou. "Escribí una historia absolutamente diferente que, creí, podría ser contada con las imágenes disponibles. No era esa una historia muy original, basada en el tema de Frankenstein, pero tenía drama y una idea", contó. Eliminó toda referencia a la difunta Hel (creía que los estadounidense podía confundir el nombre femenino, muy común en Alemania, con la palabra inglesa "hell", infierno). Al personaje Joh Fredersen lo llamó John Masterman, y al inventor Rotwang lo transformó en su fiel servidor, que crea los robots para reemplazar a los trabajadores humanos. "La fotografía original era asombrosamente ingeniosa y artística y, por supuesto, la única esperanza verdadera de éxito", sostuvo.

Por supuesto, el resultado de la manipulación de Pollock es por demás incongruente. Los diálogos poco tienen que ver con las interpretaciones y hay decenas de errores de continuidad. Pero esta es la versión que se exhibió durante años no sólo en Estados Unidos (donde tuvo su premiere el 5 de marzo de 1927, en un teatro de Nueva York) sino en gran parte del mundo. Tenía unos mil metros menos de película que la original. Incluso la versión estrenada en Stuttgart, Alemania, el 25 de agosto de 1927 era similar a la de Pollock.

Aunque no hay precisiones al respecto, se puede especular con que tal vez esta burda manipulación haya llevado al mismísimo H.G. Wells a titular su crítica sobre el film, publicada en el New York Times el 17 abril de 1927, con el categórico "Metrópolis, la película más tonta".


La reconstrucción

Entre Pollock y la devastadora Segunda Guerra Mundial, que dividió a Berlín y terminó con la UFA, se encargaron de que no quedaran copias originales de la película. Más de veinte años después, en 1969, el Archivo Fílmico Estatal de Alemania del Este (Staatliches Filmarchiv der DDR) hizo el primer intento serio por volver a armar la versión original de Metrópolis. Pero la tarea recién recobró un fuerte impulso a partir de los primeros años de la década del ochenta.

Uno de los trabajos más conocidos lo realizó el productor musical italiano Giorgio Moroder en 1986. Siempre vinculado al pop y la música disco, ganador de tres premios Oscar, Moroder basó su trabajo en la copia del film perteneciente al Museo de Arte Moderno. Agregó fotos y textos para explicar las escenas perdidas, cambió los intertítulos por subtítulos, coloreó algunas escenas y sustituyó la banda musical original con otra, de la que participaron Pat Benatar, Bonnie Tyler y Freddie Mercury, entre otros. Aunque cuestionable (muchos especialistas no consideran que sea una restauración), su iniciativa tuvo el mérito de intentar reconstruir la versión original película. Y de acercarla a un nuevo público.

Un monje lee el Apocalípsis, en una de las escenas de 'Metrópolis' que permanecen perdidasLa tercera restauración importante se realizó entre 1987 y 1995. El Munich Film Museum, bajo la dirección del historiador alemán Enno Patalas, usó todas las fuentes disponibles para llegar a 3.150 metros de película. En base a la información del guión, la partitura musical y los documentos de la censura alemana reconstruyeron las escenas perdidas. También se recuperó la banda sonora de Huppertz, con nuevos arreglos de Berndt Heller.

En 1998 comenzó la restauración que, hasta ahora, se consideraba definitiva. La llevó adelante un equipo encabezado por Martin Koerber, que logró alcanzar 3.341 metros de película. A pesar del esfuerzo, al menos cuatro escenas importantes (alrededor de un cuarto de la película) se dieron por perdidas definitivamente. El propio Koerber contó los detalles del proceso en un artículo en inglés publicado en el sitio de la compañía alemana Alpha Omega, que trabajó en el proceso digital de la restauración.

Esta versión se presentó en 2001, y un año después fue lanzada en DVD por Kino Video, en una excelente edición que incluye, además del film, una nutrida cantidad de extras: imágenes del making off, biografías, un comentario de audio de Patalas, un documental sobre el proceso de restauración y otro, titulado The Metropolis Case, que recorre en 43 minutos el antes, durante y después de la realización de la película.

El actor Erwin Biswanger en una de las escenas recuperadas de 'Metrópolis'Así se llegó al 2 de julio de este año, día en el que se anunció el hallazgo de una copia, bastante deteriorada, en Buenos Aires. Tiene varios tramos que se creían perdidos, pero de todos modos no llega ser la película completa. "Cuando la mostré en Berlín, alguien me dijo: 'Todavía falta un plano famoso, de un monje negro leyendo el Apocalipsis'. Es cierto, y esto alienta seguir la búsqueda, ¡pero estás viendo 23 minutos que nunca creíste ver en tu vida!", contó Paula Félix-Didier, directora del Museo del Cine porteño. Curiosamente, un periódico español, Público, es el que mejor narró este nuevo capítulo, que tuvo a Fernando Martín Peña como protagonista. Aparentemente, el año que viene saldrá una nueva edición en DVD y Blu-ray que incluirá estas escenas.

Este relato, entonces, aún no está cerrado. Una historia de tantos años de trabajo e investigación sobre un asunto que al mismísimo Lang, que murió en agosto de 1976, no parecía importarle demasiado. El novelista Robert Bloch, autor de Psicosis, contó que una vez, durante una charla, le preguntó al director sobre Metrópolis. Y Lang respondió: "¿Por qué tanto interés en una película que ya no existe?". ■

Tres flojas películas...

...de zombies o vampiros con poco para ofrecer.

Afiche de 'Carne muerta'Carne muerta (Dead Meat, 2004)
Dirección: Conor McMahon.
Elenco: Marian Araujo, David Muyllaert, Eoin Whelan, David Ryan.
En Irlanda, una variación de la enfermedad de la vaca loca afecta a los humanos. Varios lugares comunes del género y algunas buenas ideas visuales en este primer largo del joven McMahon, que amenaza con perder un rumbo que retoma al final. Claramente la mejor de las tres.


Afiche de 'Día de los muertos 2: contagio'Día de los muertos 2: contagio (Day of the Dead 2: Contagium, 2005)
Dirección: Ana Clavell y James Glenn Dudelson.
Elenco: Laurie Baranyay, Stan Klimecko, John Freedom Henry, Justin Ipock.
Secuela no oficial de El día de los muertos (1985), de Romero. Incongruente por donde se la mire, rebuscada y plagada de estereotipos. Por momentos intenta un homenaje a un subgénero, el de los zombies, que ni siquiera respeta. Muchas vísceras y pocas ideas.


Afiche de '30 días de noche'30 días de noche (30 Days of Night, 2007)
Dirección: David Slade.
Elenco: Josh Hartnett, Melissa George, Danny Huston, Ben Foster.
Como si el ataque de vampiros en el helado invierno de la remota Barrow no tuviese el suficiente dramatismo, los protagonistas arrastran una separación no digerida. Con inverosímiles saltos temporales y algunos golpes bajos, la película, basada en un cómic, se sitúa en un escenario real pero trampea descaradamente geografía e historia. Convencional y hasta cursi.