A propósito del plano secuencia y los movimientos de cámara

El plano secuencia, que los estadounidenses denominan long take y que el castellano tomó del francés plan séquence, es una secuencia completa filmada en una sola toma. El director se vale de movimientos de cámara y zooms para narrar una escena sin corte, sin montaje. Nunca se pierde la continuidad.

Se popularizó en la década del cuarenta de la mano de El Ciudadano (Citizen Kane, Orson Welles, 1941). Entusiasmado, André Bazin afirmó en La evolución del lenguaje cinematográfico, uno de los artículos que integran ¿Qué es el cine? (hay edición española de Rialp): "El plano-secuencia del director moderno no renuncia, en ningún momento, al montaje, sino que lo integra en su plástica". Rápidamente se lo asoció con la modernidad en el cine y fue sinónimo de virtuosismo, dos afirmaciones puestas en duda hace bastante tiempo.

Durante muchos años su duración estuvo acotada por una cuestión tecnológica: un rollo de película no permitía filmar ininterrumpidamente durante más de nueve o diez minutos, por lo que terminado ese lapso había que recurrir, sí o sí, al montaje. El maestro Alfred Hitchcock lo disimuló muy bien en Festín diabólico (Rope, 1948, también conocida como La soga). Todo el film parece un gran plano secuencia, en el que la cámara va hacia algún lugar oscuro -como la espalda de un personaje- para esconder los cortes.

El sí o sí se terminó con la llegada de la tecnología digital, que ya no impone límites de tiempo. El arca rusa (Russkiy kovcheg, Aleksandr Sokurov, 2002) fue la primera película que efectivamente está filmada en un solo plano secuencia, en este caso de 96 minutos.

¿A qué viene toda esta perorata en plan maestro ciruela? En el blog Daily Film Dose se tomaron el laburo de publicar una extensa lista de planos secuencia con sus respectivos videos. Desde el célebre comienzo de Sed de mal (Touch of Evil, Orson Welles, 1958) hasta una de las secuencias clave de Niños del hombre (Children of Men, Alfonso Cuarón, 2006). Aunque conviene hacer una aclaración, no valorativa pero sí descriptiva: en el primer caso la cámara está montada sobre una grúa; el segundo tiene mucho de digitalización.

Para ejemplificar este asunto elegimos la escena final ("el estrepitoso plano secuencial conclusivo", como definieron algunos) de El pasajero (Professione: reporter, 1975), película de Michelangelo Antonioni protagonizada por Jack Nicholson y Maria Schneider. Atención al movimiento de la cámara y por dónde pasa (si no vieron la película mejor seguir de largo: esta es una de las escenas centrales).


El plano secuencia nunca debe confundirse con el travelling (del inglés to travel, viajar). Este último es el desplazamiento de la cámara en cualquier sentido, lo que modifica el cuadro de la imagen en pantalla. Podríamos decir que la mayoría de los planos secuencia -no todos- incluyen travellings, pero que no todos los travellings se inscriben dentro de un plano secuencia. Por caso, se podría armar un plano secuencia sólo con el giro de la cámara, lo que no implica desplazamiento. Este recurso, el travelling, es mucho más antiguo: en 1896 Promio, uno de los más famosos operadores de los hermanos Lumière, instaló la cámara sobre una embarcación para registrar un paseo por los canales de Venecia.

En los ochenta un avance tecnológico revolucionó la forma de hacer travellings. El estabilizador de cámara -más conocido por su nombre comercial, steadicam, una marca registrada- permitió que se convirtiera en un ojo flotante y veloz, con lo que comenzaron a proliferar cámaras subjetivas ya no sólo en seres humanos sino también en objetos (por ejemplo una flecha). Aunque muchos ubican el bautismo de la steadicam en la película Maratón de la muerte (Marathon Man, John Schlesinger, 1976), en realidad fue Stanley Kubrick en El resplandor (The Shining, 1980) el primero en darle masividad a su uso con aquellos inquietantes seguimientos a Danny Torrance y su triciclo por los pasillos del enorme y desolado hotel.


Como ejemplo de travelling recurrimos al Kubrick de los primeros años, casi tres décadas antes de El Resplandor. En La patrulla infernal (Paths of Glory, 1957, también conocida como Senderos de gloria) la cámara sigue a Kirk Douglas por las trincheras francesas en la Primera Guerra Mundial. El film es un gran alegato antibelicista, aunque en estas latitudes el personaje de un militar que defiende los derechos humanos suene un tanto inverosímil. ■

Música de películas: Donnie Darko


Uno de los tantos aciertos de Donnie Darko (2001) es su música. Ambientada a fines de los ochenta, el director Richard Kelly eligió para la película algunas de las canciones más hermosas de la década. Entre todas se destaca Mad World, cover que Gary Jules y Michael Andrews realizaron del clásico de Tears for Fears. Además de la hermosa melodía está bueno el video, realizado en una única toma (plano secuencia), algo a lo que nos referiremos en un próximo post. ■

Argentina latente en TV

Canal 7 estrena esta noche a las 22, dentro del ciclo Ficciones de lo real, Argentina latente (2006), último trabajo de Fernando Pino Solanas, apenas un par de días antes del lanzamiento de la edición en DVD.

Se trata de un documental militante -como lo demostró el clima durante la exhibición en el último Bafici, con Pino en la sala- que por lo tanto nunca persigue la objetividad (aunque, bien sabemos, la objetividad es más bien una quimera). Con tono optimista, recoge los testimonios de científicos y trabajadores argentinos para sostener la idea de que los potenciales del país (científicos, técnicos, naturales, humanos) aún están latentes, de que a pesar de todo todavía se puede. Una voz en off aporta datos conocidos y alguna que otra curiosidad, como que Argentina fue, después de la Unión Soviética, Estados Unidos y Francia, el cuarto país en colocar a un ser vivo en el espacio. No hay innovación desde lo narrativo y se exaltan demasiado algunos testimonios que no escapan al lugar común. Película honesta pero algo fallida que de todas maneras vale la pena ver. ■

Blog Action Day

Blog Action DayHoy es el Día de la blogacción (traducción extraña del original Blog Action Day) en el que miles de blogs en todo el mundo se suman para involucrarse en una causa común. Para esta primera edición alguien -vaya a saber quién- decidió que el tema en cuestión sea el cuidado del medio ambiente. Yo creo que hay temas más urgentes (la pobreza, que está relacionada con las condiciones ambientales), y que el cuidado del planeta es bastante más complejo que reclamar que se dejen de talar los bosques o que se prohíba la pesca de la merluza. Pero, de todas maneras, ahí va mi pequeño aporte.

Y como este es un blog de cine hablaremos de una película: La verdad incómoda, el film sobre el tema más influyente de los últimos años y que impulsó a Al Gore para que, la semana pasada, le otorguen el Premio Nobel de la Paz. Aquí va, entonces, un breve comentario.
------------------------------------------------------

La verdad incómoda
, documental dirigido por Davis Guggenheim y estelarizado -nunca mejor utilizado el término- por Al Gore, se estrenó en mayo de 2006 en Estados Unidos, llegó aquí en noviembre y en febrero de este año ganó dos premios Oscar.

Afiche de La verdad incómoda
LA VERDAD INCOMODA (2006)
Título original: An Inconvenient Truth. Fecha de estreno: en Estados Unidos, 2 de junio; en Argentina, 23 de noviembre. País: Estados Unidos. Duración: 100 minutos. Dirección: Davis Guggenheim. Producción: Lawrence Bender, Scott Z. Burns y Laurie David. Fotografía: Davis Guggenheim y Bob Richman. Montaje: Jay Cassidy y Dan Swietlik. Música: Michael Brook. Elenco: Al Gore.

El ex vice de Bill Clinton despliega sus dotes de showman durante más de 90 minutos para alertarnos sobre los problemas del calentamiento global, una verdad incómoda de la que la mayoría de los líderes políticos no se hacen cargo (quienes la advierten, porque algunos ni eso). "¿Se acuerdan? Se suponía que yo iba a ser el próximo presidente de los Estados Unidos", larga de entrada, y despierta la carcajada de su complaciente audiencia.

Con largas presentaciones tipo PowerPoint de fondo, Gore se para ante un auditorio como un maestro ciruela y explica de manera didáctica que si no se hace algo en el corto plazo la Tierra dejará de existir tal y como la conocemos. En esta forma de narrar, más cercana al leguaje televisivo que al cinematográfico, La verdad… se parece a Fuerza Aérea Sociedad Anónima (Enrique Piñeyro, 2006). Los dos documentales son como un golpe de knockout: no importa tanto cómo fue lanzado sino qué efecto causó. Es más relevante qué se dice que cómo se lo dice.

Se pueden hallar decenas de errores, como la simpleza de algunas propuestas (librar gran parte de la responsabilidad en las acciones individuales de los ciudadanos). Se lo puede ver como el lanzamiento de una plataforma política, aunque esta idea parece tener cada vez menos fuerza. Pero más allá de estos y otros cuestionamientos* no se puede negar su contundencia. Pega duro --lo que incluye a algunos pesos pesados estadounidenses, como General Motors y Exxon Mobile-- y causa el efecto buscado en el espectador.

Porque La verdad... es, además, una arenga política, una incitación a hacer política como una manera de modificar la realidad. En el final, mientras los créditos se mezclan con consejos prácticos para cuidar el medio ambiente (del tipo "dejá el auto, caminá o salí con la bicicleta"), se lee: "Juntate con tu comunidad para hablar del tema. Enviá cartas al Congreso; si no te responden, presentate al Congreso". ■

*En Estúpidos hombres blancos (Ediciones B, 2003), Michael Moore sostiene que Bill Clinton “ha sido una de los mejores presidentes republicanos” de la historia de Estados Unidos. Y agrega: “Bush no es más que una versión algo más repugnante y malvada de lo que ya experimentamos a lo largo de los años noventa”. Para justificar estas afirmaciones enumera una larga lista de medidas tomadas por la administración Clinton, en la cual Al Gore ocupó la vicepresidencia. Aquí van sólo las relacionadas con el cuidado del medio ambiente:
  • "Saboteó el Protocolo de Kyoto al insistir en que las tierras de cultivo y los bosques se contaran en el porcentaje de reducción de emisiones por parte de Estados Unidos, lo que convertía en una broma el acuerdo (concebido ante todo para reducir la polución provocada por el dióxido de carbono procedente de coches y fábricas).
  • "Aceleró las prospecciones de gas y petróleo en tierras de propiedad federal a un ritmo que igualaba, y en algunas zonas superaba, el nivel de producción registrado durante la era Reagan.
  • "Aprobó la venta de un terreno petrolífero en California, lo que constituía el mayor acuerdo de privatización en la historia de Estados Unidos, a la vez que abrió la Reserva Nacional de Alaska a las prospecciones petrolíferas (algo que ni siquiera Reagan se atrevió a hacer).
  • "Y se ha convertido en el primer presidente desde Richard Nixon que no ha obligado a los fabricantes de coches a reducir el consumo de gasolina, una medida que ahorraría millones de barriles de petróleo al día".
Este es quizá el cuestionamiento más importante que se le puede hacer a La verdad incómoda. ¿Cuánto hizo Gore para proteger el medio ambiente durante los años en que ocupó la vicepresidencia?

Fue dicho

Producir películas con la regularidad de una máquina de hacer salchichas forzosamente tiene que hacerlas tan parecidas como salchichas.
El austriaco Erich von Stroheim sobre los métodos de producción de Hollywood. Fue en la década del veinte, cuando muchos europeos, acostumbrados a trabajar con ciertas libertades artísticas, tuvieron problemas para adaptarse a la maquinaria industrial del cine estadounidense. Aunque se formó al lado de Griffith y comenzó a filmar en América, Von Stroheim padeció como pocos este sistema mercantilista: el montaje original de Avaricia (Greed, 1924), de más de ocho horas, fue mutilado por la Metro hasta dejarlo en menos de tres. ■

Evo, el candidato

Evo Morales en una escena de CocaleroCocalero (2006) es un documental, sí, pero también tiene algo de road movie, aunque utilizar aquí un término inglés no sea lo más apropiado. Porque este film, el debut en cine del brasileño Alejandro Landes, sigue los últimos días de la campaña electoral que llevó a Evo Morales al Palacio Quemado de La Paz, que lo convirtió en el primer presidente indígena de América latina. Desde el acto de apertura de la campaña, al que Evo llega caminando en medio de los saludos y gritos de aliento de la gente, hasta su visita a Santa Cruz de la Sierra, donde lo putean en la calle ("¡Indio de mierda!") y lo maltratan en televisión.

Afiche de Cocalero
COCALERO (2006)
Fecha de estreno: en Argentina, 17 de mayo de 2007. País: Argentina, Bolivia, Estados Unidos. Duración: 94 minutos. Dirección: Alejandro Landes. Producción: Julia Solomonoff, Alejandro Landes, Ellyn Daniels y Roberto Alem. Fotografía: Jorge Manrique Behrens. Montaje: Kate Taverna, Jorge Manrique Behrens, Lorenzo Bombicci y Jacopo Quadri. Música: Leo Heiblum y Jacobo Lieberman. Elenco: Evo Morales, Leonilda Zurita, Alvaro Garcia Linera, Adriana Gil.

La película esquiva lo formal, el acartonamiento. Es casi un cinéma-vérité: la cámara muestra, casi no pregunta, casi no interfiere. No hay voces en off ni explicaciones que redunden. En un momento dos mujeres, analfabetas, intentan hacer una cuenta con una calculadora. No les sale. Se ríen, se enojan, amagan con tirar a la mierda el aparatito electrónico. Una de ellas, Leonilda Zurita, es candidata a senadora suplente por el Movimiento al Socialismo (MAS) boliviano. ¿Puede una mujer que no sabe leer ni escribir ser senadora de la Nación? Más que plantear este interrogante, Cocalero se pregunta ¿y por qué no?

El film de Landes -realizador que, curiosamente, tiene un antecedente como asistente de producción de Oppenheimer presenta- se mueve desprejuiciadamente por el entorno del hoy presidente de Bolivia, por lo cotidiano, y hasta esquiva algunos momentos trascendentes (el acto multitudinario, los resultados de las elecciones). Hace foco en un chapuzón de Evo en un río de El Charape, en calzoncillos pero con la diez de la selección boliviana. En un corte de cabello mientras se comenta con la peluquera el acto masivo de día anterior. En un viaje en camioneta, de noche, en el que Evo relata sus comienzos en la política. En un brindis con cerveza, en vaso de plástico, con un grupo de compañeros de militancia. En un partido de frontón con el único alcalde del MAS como espectador.

Pero es, también, un documental político. Muestra la construcción política en su forma más primaria, transparente. Se ve a Leonilda mientras les explica a un grupo de mujeres cocaleras que para ser líder no hace falta ser rubio, alto, ni tener un título. O mientras realiza una práctica de votación para que ellas, analfabetas en su mayoría, no impugnen involuntariamente su voto.

Cocalero es eso: una mirada desprejuiciada y divertida sobre un candidato atípico. Un hombre que a poco más de un año y medio de haber asumido parece confirmar que no será uno más de los tantos presidentes que maltrataron a Bolivia. ■

Música de películas: El tercer hombre


Es una historia llena de curiosidades la de El tercer hombre (The Third Man, 1949). El productor Peter Korda y el director Carol Reed encontraron de casualidad al músico Anton Karas en un club nocturno de Viena. Lo escucharon tocar su cítara y decidieron que interprete la banda sonora de la película, que prescinde de orquestación. La pegadiza melodía, todo un clásico del cine, no desentonó con el éxito del film y a fines de 1949 ya se habían vendido medio millón de copias de The Harry Lime Theme.

La lista de curiosidades no se agota en la música. Exiliado en Europa por sus constantes problemas con Hollywood, Orson Welles recibió la oferta para interpretar a Harry Lime mientras buscaba financiamiento para el rodaje de lo que luego sería Otelo (The Tragedy of Othello: The Moor of Venice, 1952). Pudo elegir entre un sueldo de 100 mil dólares o un porcentaje de las ganancias de la película. Acuciado por las necesidades económicas de su proyecto, Welles eligió la primera alternativa, de la que se arrepintió durante las tres décadas siguientes.

El éxito de la película fue tal que dos años después de su estreno Welles comenzó a actuar en la radio inglesa con la nueva serie The Adventures of Harry Lime. Se transmitieron 39 episodios de media hora. La música, desde luego, era de Karas.

En 1959 la BBC comenzó a emitir la serie de televisión El tercer hombre, con Michael Rennie como Harry Lime, que estuvo al aire hasta 1965. Fueron 77 capítulos, todos -al igual que la película- escritos por Graham Greene. La música, otra vez, estuvo a cargo de Karas y su cítara.

Justamente Greene es el protagonista de la última curiosidad, tal vez la más notable. En 1951 dos funcionarios ingleses que trabajaban de espías para la Unión Soviética, Donald Maclean y Guy Burgess, se fugaron de Londres apenas unas horas antes de que se librara una orden de detención en su contra. Se comenzó a sospechar entonces de que un tercer hombre les había pasado el dato. Recién en 1963 se supo que quién les avisó fue Kim Philby, otro inglés. Casualidad o no, Greene y Philby eran grandes amigos. Varios años después de este incidente se encontraron en Moscú y, quizá, se habrán divertido con la anécdota. ■

Edición en DVD. El sello Epoca editó en Argentina El tercer hombre, un gran policial negro filmado en una Viena devastada por la guerra. Se consigue a 20 pesos en Musimundo. El DVD sólo trae dos extras: el trailer de la película y el episodio número 14 de la primera temporada de la serie de televisión, Listen for the Sound of a Witch.

Globos sobre París



Hace unos meses colgaron en La Barbarie un video con el comienzo de un cortometraje que emocionó hasta las lágrimas a varias generaciones en todo el mundo: El globo rojo (Le ballon rouge, 1956), genial obra del francés Albert Lamorisse, una historia de amistad plagada de realismo mágico, con el encanto de la inexplicable fantasía.

Póster de El globo rojo
EL GLOBO ROJO (1956)
Título original: Le Ballon rouge. Fecha de estreno: en Francia, 15 de octubre. País: Francia. Duración: 34 minutos. Dirección, guión y producción: Albert Lamorisse. Fotografía: Edmond Séchan. Montaje: Pierre Gillette. Música: Maurice Le Roux. Elenco: Pascal Lamorisse (Pascal), Georges Sellier, Vladimir Popov, Paul Perey, René Marion, Sabine Lamorisse, Michel Pezin.

Como en su anterior realización, la también hermosa Crin blanca (Crin-Blanc, 1952, parcialmente disponible en YouTube), Lamorisse apela a una narración sencilla y directa. Muestra el encuentro casual de un chico (Pascal, interpretado por su hijo) y un globo rojo y las peripecias que vivirán juntos por una París que ya no es, de calles vacías y callejones estrechos, de ventanas con postigos y panaderías en las esquinas. En medio de una ciudad grisácea destaca el rojo furioso de un globo tan humano que entabla con el chico una amistad a prueba de balas. De hondazos, en este caso. Casi sin diálogos, acompaña y complementa la maravillosa música de Maurice Le Roux. La película se llevó la Palma de Oro de Cannes como mejor cortometraje en 1956 y un año después ganó el Oscar al mejor guión original.

El 2 de junio se cumplieron 37 años de la muerte de Lamorisse. Tenía 48 cuando se estrelló el helicóptero en el que viajaba por Irán. Estaba trabajando en un documental que se pudo terminar tiempo después en base a sus notas de producción. Le Vent des amoureux se estrenó en 1978 y también estuvo nominado al Oscar. Además de un gran realizador cinematográfico fue quien diseñó en la década del cincuenta el popular juego de mesa Risk, que conoció su variante en Argentina con el TEG.

Pero es El globo rojo su gran obra, la que más trascendió. Tanto que generó innumerables secuelas y continuaciones, en su mayoría realizaciones absolutamente caseras. Entre los cortometrajes se destacan dos: el multipremiado Billy's Balloon (1998), del estadounidense Don Hertzfeldt, poco más de cinco minutos de animación a puro sarcasmo (se puede ver en YouTube); y La venganza del globo rojo (The Revenge of the Red Balloon, Gregg Rossen, 2000), parodia tan hilarante como predecible en la que el famoso globo regresa varios años después y se va tomando revancha, uno a uno, de los chicos que lo atacaron (disponible en AtomFilms).

En cuanto a los largometrajes, en el último festival de Cannes el chino Hou Hsiao Hsein presentó El viaje del globo rojo (Le voyage du ballon rouge, 2007), una revisión de más de dos horas del clásico de Lamorisse con Juliette Binoche como protagonista.

En el comienzo de este post ofrecemos el corto original completo, de 34 minutos, dividido en cuatro videos (el primero, arriba a la izquierda, y el resto en el sentido de las agujas del reloj). La Barbarie lo describió como "la película más triste de la historia". Más que entristecer emociona. Porque el conmovedor final genera lágrimas, sí, pero también una sonrisa. ■